Independizarse del hogar familiar es un gran hito en la vida personal… y económica. No sólo hay que reunir el dinero para el alquiler y el equipamiento; hay que conseguir sostener el nuevo modelo de vida y prepararse para el futuro.
Dejar la casa familiar y mudarse a la primera vivienda de soltero es un gran paso que suele darse en algún momento entre el fin de la escuela secundaria y los 30 o más años. Tiene alto impacto en muchos aspectos de la vida, pero desde el económico es un salto al mundo adulto que trae muchas responsabilidades… y gastos.
Para prepararte y no dar el salto al vacío, es esencial que planifiques tus finanzas personales más que nunca. En primer lugar, para evaluar la mejor opción de vivienda; en segundo, para considerar el costo mensual de tu nueva forma de vida y cómo vas a afrontarlo.
Ya sea que alquiles o que tengas ahorros o apoyo familiar para comprar, se trata de una decisión clave para tus finanzas personales. Analiza tu estilo de vida para dar prioridad a lo que te interesa: ¿casa o departamento?, ¿tranquilidad o cercanía?, ¿solo o en grupo? Por ejemplo, la cercanía al lugar de trabajo o de estudio te reducirá gastos y tiempo de transporte, mientras que en un lugar un poco más alejado puedes conseguir más espacio o calidad de vida. Compartir vivienda con otras personas en tu situación o alquilar un cuarto en una casa de familia puede hacer la transición más fácil y reducir los costos. Busca un lugar acorde a lo que necesitas, sin pagar de más por metros que no vas a ocupar. Si vas a alquilar departamento, antes de hacerlo consulta el valor de las expensas ya que varían según la propiedad y pueden afectar tus cuentas.No tomes la decisión en forma apresurada; explora el mercado y analiza cuidadosamente las distintas variables. Ten presente que para un alquiler estarás contemplando un plazo de al menos dos años, y bastantes más si vas a comprar.
Con una propiedad en vista, haz un presupuesto de los gastos que implica el cambio, no sólo considerando el depósito o el valor de compra, sino también los gastos de mudanza y el equipamiento que necesita la propiedad. Recuerda que recién estás empezando, y no importa si no tienes el último TV o el mejor sillón; puedes conseguir cosas de segunda mano o arreglar para llevarte muebles o electrónicos de la casa familiar.
Debes prever también con claridad los gastos fijos mensuales que vas a afrontar: alquiler, teléfono, agua, luz, expensas, limpieza. Ten en cuenta además que tendrás que hacerte cargo de gastos que en el hogar familiar seguramente estaban incluidos y pondrán presión al presupuesto. No es solo alojamiento; de tu bolsillo debes financiar comidas, higiene, vestimenta, salud, entretenimiento, etc.
Usa tu presupuesto para evaluar si el dinero con que cuentas es suficiente para afrontar la transición y los primeros meses de ajuste a la nueva situación. Verifica que tus ingresos mensuales alcancen para cubrir los gastos mínimos sin endeudarte. Si vas a pedir dinero prestado, considera cómo vas a devolverlo.
Si por fin estás preparado para dar el gran paso, organízate para que al estrés del cambio no se sumen problemas económicos: asegúrate de no dejar deudas en la mudanza, paga regularmente las facturas de servicios y expensas, aprende a comprar para uno solo evitando desperdicios, prepárate para la administración de tu nuevo hogar. Ten presente que es probable que cuentes con menos dinero para salidas y gastos personales, y debas ahora ser más cuidadoso al administrarlo. No te angusties: la libertad tiene su precio.
Para dar el paso hacia vivir sólo necesitas ahorros para poner en marcha el nuevo hogar y sostenerlo en forma independiente.
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